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CUAL ES LA VERDADERA ENCRUCIJADA?
Por Carlos Traboulsi *

Día a día se profundiza desde los medios de comunicación masiva y desde algunos sectores del poder ya sea nacional o provincial, el intento de embarcar a la sociedad en el debate de la legalidad o no del aborto, tema éste que por los mecanismos transparentes de la democracia ha sido resuelto oportunamente dando lugar a la introducción de normas Constitucionales, de fondo y de forma en este sentido que protegen la vida desde la concepción reconociendo la igualdad de derechos del por nacer con la persona nacida, pues ambas SON PERSONAS. Esta es una característica esencial y primera a tener en cuenta para el debate; no estamos hablando de "cosas" sino de "personas". Dos personas entonces colisionan en sus derechos: el derecho a vivir de la persona por nacer con los derechos de la persona que tiene biológicamente la responsabilidad y obligación natural de proteger esa vida que es la madre. Frente a la obligación natural y moral de garantizar la vida que tiene la madre sobre la otra persona que es el por nacer, persona distinta a la madre, tiene ésta el derecho de decidir sobre su futuro en cuanto a la posibilidad de quebrantarle la posibilidad de vivir? No caben dudas que la respuesta inmediata es NO. La madre no puede ir contra los mandatos naturales. Que quede claro, digo naturales y no religiosos. La madre, no puede so pretexto de derecho individual alguno interrumpir la vida de un tercero por más que sea el hijo. Aceptar ello significaría darle poderes absolutos sobre la vida y la muerte a algunas personas en detrimento de otras con lo que acarrearía serias causales de discriminación. Lo irónico del planteo del aborto libre y gratuito que pretenden fundarlo en la no discriminación de la mujer y que reclama las Naciones Unidas y variadas instituciones en el mundo, es que la discriminación real se da en el por nacer pues se le concede la facultad a la mujer de "decidir quien nace y quien no", acto máximo de discriminación contra un ser humano que atenta contra la dignidad misma de la persona... Debemos trabajar en la no discriminación y por las garantías de los derechos humanos de todos, por eso son derechos humanos en plural y no en singular. Para ello el Estado debe ser el primer, principal y universal actor que de respuesta a garantizar estos derechos y evitar las marginaciones y exclusiones de las personas. En este sentido es deber ineludible del Estado garantizar educación, trabajo digno e igualdad de oportunidades a todos, lo que permitirá que las personas actúen "libremente" y así podrán decidir en forma natural su planificación familiar que es un derecho de todos sobre la base de la vida y no de la muerte. La Argentina necesita una política de estado poblacional que incremente sobre estos derechos garantizados su cantidad de habitantes a por lo menos cien millones de lo contrario no será una nación viable, como ya lo profetizara Juan Domingo Perón. No podemos permitir que teniendo la obligación de desarrollarnos como Pueblo apostemos a la muerte siendo funcionales concientes o inconscientemente con las políticas hegemónicas imperiales de los grandes polos desarrollados del mundo que ven en el crecimiento de los países como la Argentina un peligro potencial a sus soberanías; y, para poder confundirnos, actúan sobre el lado emotivo de la población colocando casos excepcionales de victimización de la mujer y construyen "enemigos" contra el desarrollo de la sociedad buscando a las instituciones paradigmáticas que siempre estuvieron del lado de los pobres, los excluidos y los marginados como es el caso de la Iglesia Católica, porque precisamente hacia ellos, lo pobres, es que se orienta la política de exterminio. La encrucijada real en la argentina no está en el aborto sí o aborto no, sino en "VIDA SI O MUERTE CON DEPENDENCIA".
*abogado; Coordinador Nacional Movimiento Por la Vida; Presidente Partido Demócrata Cristiano Capital Federal.
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