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JACQUES MARITAIN
Juan Pablo II
(Fragmento de una carta al Rector de la Universidad Católica de Milán. 15 de Agosto de 1982)


Jacques Maritain, sin hacerse ilusiones sobre las dificultades de la tarea ni sobre la longitud de la ruta a recorrer, tenía la convicción de que, si el humanismo de la Encarnación debe inspirar el proceso de civilización, requerirá necesariamente de un gran heroísmo y de valientes iniciativas por parte de los cristianos.
Muchos aspectos de este pensamiento anticipador han pasado al ámbito común, como la participación activa de muchos en la vida socio-política, el sentido agudo de la justicia en un mundo de desigualdades escandalosas, la solidaridad con los pobres y los marginados, con los pequeños de este mundo, y la reintegración de las masas.
Él era el hombre del diálogo. Sin compromiso cuando la verdad era cuestionada, no fue nunca partidista en la defensa de sus propias ideas... Bajo esta perspectiva, lanzó un reto que merece ser acogido por todos los que quieren ser honestos servidores de una verdad que no es la suya, porque los trasciende. Verdad que debe descubrirse en una búsqueda que es, al mismo tiempo, compromiso de una investigación seria desde el punto de vista científico, y apertura a la contribución superior de la revelación, delante de la cual es necesario tener una actitud de fe y de amor.
En eso Maritain fue realmente un maestro.
Es también por eso que su pensamiento concuerda ejemplarmente con el gran proyecto del Magisterio de la Iglesia para el tiempo contemporáneo: Revivificarlo y renovarlo todo en Cristo, poniendo la fe en contacto con la cultura y la cultura en contacto con la fe.