"La palabra humanismo es un vocablo ambiguo. Quien la pronuncia compromete de golpe toda una metafísica que, según reconozca o no en el hombre una personalidad cuyas necesidades más profundas superen todo el orden del universo, tendrá resonancias bien diferentes en la idea que se forme del humanismo.
"Digamos, para dejar abierta la discusión, que el humanismo tiende esencialmente a hacer al hombre más verdaderamente humano y a manifestar su grandeza original haciéndolo participar en todo cuanto puede enriquecerle en la naturaleza y en la historia. Requiere a un tiempo que el hombre desarrolle las virtualidades en él contenidas, sus fuerzas creadoras y la vida de la razón, y trabaje para convertir las fuerzas del mundo físico en instrumentos de su libertad.
"Esta definición puede ser desarrollada siguiendo líneas muy divergentes.
"Si, en opinión de algunos, un humanismo auténtico no podría ser, por definición, sino antirreligioso, nosotros pensamos todo lo contrario.
"Considerando al humanismo occidental en sus formas contemporáneas aparentemente más emancipadas de toda metafísica de la trascendencia, salta a la vista que si en él subsiste un resto de concepción común de la dignidad humana, de la libertad, de los valores desinteresados, es la herencia de ideas antiguamente cristianas y de sentimientos antes cristianos, hoy secularizados.
"Entiendo que el humanismo liberal apenas es ya otra cosa que trigo esterilizado, o pan de almidón. Y contra ese espiritualismo materializado poco tiene que esforzarse el materialismo activo del ateísmo.
"Hermosa ocasión, para los cristianos, de reducir las cosas a la verdad, reintegrando a la plenitud de su fuente original las esperanzas de justicia y las nostalgias de comunión alimentadas por el dolor del mundo, suscitando así una fuerza cultural y temporal de inspiración cristiana, capaz de actuar sobre la historia y de ayudar a los hombres.
"Les serían para ello necesarias una sana filosofía social y una sana filosofía de la historia moderna.
"Entonces los cristianos trabajarían en la sustitución del régimen inhumano que agoniza a nuestra vista, por un nuevo régimen de civilización que se caracterizase por un humanismo integral y que para ellos representaría una nueva cristiandad, no ya sacra, sino profana."
('Humanismo Integral' [1936] Ediciones Carlos Lohlé. Buenos Aires - México. 1984. Página 12)